Salen caminando y ella ríe a cada paso, ríe por los dos, ríe por los que se cruzan en su camino, ríe por todos los días que paso viendo Alejandro. Llegan a su departamento y ella se siente feliz de desnudar su nostalgia, lo lleva de la mano y le explica la imagen que pasa frente a sus ojos como descubriéndole un mundo totalmente nuevo.
El corazón le pesa en el pecho y de pronto le duele cada movimiento que hace. No sabe que decir. Él también quiere sonreír junto a ella. Las palabras se diluyen como el sueño dela noche anterior, los ojos vuelven a brillar, sabe que no se puede esperar más de una vida atada a su propia monotonía. Ella intenta decir que ya se debe ir, pero algo se lo impide. Una fragancia familiarmente extraña inunda la noche.
-La melancólica de un olor indescriptible para mí- piensa Alejandro. Pero esta vez no es la melancolía, es Daniela que cierra los ojos y se deja besar. Es Alejandro besándola y dejándose llevar por los destellos aromáticos de una soledad que se aleja, mientras se desnudan el uno al otro lentamente.- La vista del cielo es hermosa desde aquí, pero esta noche no tiene estrellas.- murmura Alejandro. –lo sé.- le dice ella. –Pero aún así puedo verte y eso es suficiente.- El mundo tiene ahora un olor que sólo ellos dos perciben.
1 comentario:
Fue increíble ¿verdad?, ¿Por qué no me has llamado?
Espero verte pronto Leymon.
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