domingo, 21 de agosto de 2011

Las cenizas que dejaste...

De todos los lugares donde habíamos dormido, el hostal era el que más recordaba. Tal vez por que en medio de todas las personas hablando distintos idiomas, había aprendido a extrañar el humo de tus cigarrillos y el eterno frio que sujetaba tu espalda.

Tal vez esa era la única razón por la que seguía visitando aquel lugar, no era capaz de acostumbrarme a dormir con la ausencia de tu risa derramándose sobre las sabanas.

Los meses transcurrieron sin ti, y cuando llegó la lluvia, no tenia alas para seguir volando. La oscuridad había comenzado a cubrir con sus sombras fugaces el recuerdo de tu cuerpo desnudo entre mis manos. Se dice que las cosas importantes siempre regresan para vernos sonreír de nuevo, pero las noches sin ti solo regresaron para habitar el silencio de todas aquellas cenizas que dejaste.

Por eso estoy cosido a tu sombra, y cada vez que te elevas me llevas contigo. Pronunciarte siempre fue una forma de redescubrir el mundo desde este lado, en el que no existe la gravedad y la luz entra por las rendijas.

Esos instantes fueron tan efímeros, pero dejaron un hueco tan grande, que resulta casi imposible plasmarlos, tratar de atraparlos, de compartirlos con alguien que no entienda nuestro idioma. Ese sistema compatible indeterminado que compusimos cada vez que estábamos cerca, cada vez que nos besábamos y llovía afuera.

Cuando cruzamos el lumbral, me apretaba contra ti, como si desde siempre hubiera sabido que echarías a volar de un momento a otro.

En este instante, no hay mejor lugar para esconderse, que el hostal en el que siempre habitaste.

P.D. Te extraño tanto…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre vas a tener un lugar en mi Corazón, eres tan especial Leymon.