lunes, 16 de noviembre de 2009
10 de noviembre...
lunes, 19 de octubre de 2009
En cualquier lugar de Monterrey donde te encuentres...
domingo, 26 de julio de 2009
El sol perpetuo de tus ojos…
En ocasiones sueño con encontrarte una tarde lluviosa, y en cuyo fulgor se baña la indiferencia de la soledad. En esa tarde, el sol perpetuo habita en tus ojos…
He conocido tantos labios, pero en todos ellos he visto un extraño brillo de indiferencia. He recorrido tantos cuerpos, intentando encontrarte entre pasiones desbordadas y emociones rotas. Como si el murmullo de la lluvia hubiera cambiado el sonido, para luego convertirse en un rastro de una hierba tan oscura, como las palabras que morían en mi boca. Había tardes en las que pensaba que es una suerte muy grande poder contemplar a través de las ventanas, como el crepúsculo va pintando tu recuerdo.
Pero en ese entonces, la noche me significaba una dorada estación de melancolía, de la que no podía escapar. No recordaba tus ojos, pero si lo que vieron junto a mi.
Ha pasado tanto tiempo de eso, pero a veces pienso que todo fue algo que imaginé durante toda una vida.
domingo, 28 de junio de 2009
A mitad de la noche...
Es difícil explicar esa sensación. Despertar todos los días preguntándote si estas en el camino correcto. De saber si los pasos que has dado hasta este momento han sido en busca de tus sueños, o si te están sumergiendo en una oscuridad en la cual, si sigues avanzando, difícilmente podrás dar marcha atrás.
Conforme pasa el tiempo, distintas personas van y vienen en nuestras vidas, y a través de los años descubres que son contadas las que llegan para siempre quedarse. Aprendes a distinguir la importancia de la sinceridad entre un mundo lleno de falsedades. Y es que, viendo cómo transcurre tu vida sentado desde la primera fila, no te queda otra opción, que confiar en quien tiene el suficiente valor de acercarse para tratar de entenderte.
“El tiempo no pasa en vano”, una de las frases favoritas de mi abuela comienza a tomar sentido a mitad de la noche, sentado frente a la ventana observando una lluvia que tardará varias horas en desvanecerse. De la misma manera, la realidad comienza a desvanecerse dejando una estela de emociones y sueños apenas percibidos, que dan un tinte de nostalgia a un jueves que había dejado de tener sentido hasta este instante en que apareces entre mis pensamientos.
No conozco otro camino Lorena,
Que aquel que me lleva a recorrer la humedad de tus labios, y la oscuridad de tu cuerpo…
sábado, 13 de junio de 2009
Emociones Rotas...
viernes, 13 de marzo de 2009
Mi refugio…
No era el olor a tierra mojada lo que me hacia pensar en ti. Tampoco eran las huellas que se difuminaban en la arena, ni mucho menos la lluvia que arrasaba con lo poco que quedaba del puente colgante. Y tal vez nunca lo hubiera descubierto, de no ser por la convergencia de todos los recuerdos con el único objeto capaz de representar la verdadera esencia de tu cuerpo.
Aquel lugar representaba todos los pensamientos indefinidos, todos los sueños muertos, y todos los anhelos inconclusos. Pero aun así, aquel lugar junto al rio, se había convertido en mi refugio, y no lo había comprendido, hasta esa tarde en que comenzó a llover y aparecieron las mariposas.
Después de todo sigo siendo humano. Al menos es la única idea que viene a mi cabeza después de una cirugía de emergencia y cuatro días en el hospital. Y es que, con tanto tiempo despierto y sin poder dormir, comienzo a darme cuenta de lo mucho que he cambiado a lo largo de este año. Me preguntó si tú también lo has hecho.
No se nada de ti, y solo puedo mirarte entre mis sueños. Despierto soy incapaz de imaginar tu rostro, de intentar dibujarte entre pedazos de quimeras y pensamientos confusos que nunca desaparecen.
Sabes, las cosas no han estado bien últimamente, y este mes solo llega para reafirmar un ciclo que parece interminable…
viernes, 2 de enero de 2009
No mires detrás…
Esa noche, el hotel estaba desierto. La falta de sueño se presentaba con mayor frecuencia, y las caminatas nocturnas comenzaban a hacerse una costumbre antes de poder irme a la cama. Era otoño, y noviembre desaparecía entre oscuros recuerdos de un ciclo que desaparecía para siempre.
Salí de mi habitación y tomé el ascensor hacia el ultimo piso, era la segunda noche que pasaba en el hotel, y para entonces, el último piso era el único que no había explorado a mitad de la noche.
Al salir del ascensor llamó mi atención el pasillo izquierdo. Estaba totalmente oscuro y contrastaba con la iluminación del resto del hotel. Sin pensarlo, comencé a caminar en medio de la oscuridad a través del pasillo, y llegué a una habitación cerrada por una puerta de cristal. Una extraña curiosidad por descubrir lo que había en la habitación se apoderó de mí en ese momento. Así que extendí mi mano derecha hacia la manija, la cual giró con un pequeño crujido apenas percibido por mis oídos. Sin resistencia alguna, entre a través de ella y llegué a una habitación rodeada por cuatro balcones, los cuales introducían la poca luz que generaba una luna agonizante entre las nubes. Al mirar hacía el balcón diametralmente opuesto a donde yo estaba, reconocí la figura de una mujer delgada que había visto el día anterior en la recepción del hotel. Al igual que yo se hospedaba sola, rasgo extraño en una mujer que se acercaba a los treinta y que poseía una belleza que difícilmente pasaba desapercibida.
Parecía mirar con atención el cielo, pero al mismo tiempo, la expresión de su rostro demostraba que miraba más que lo que se encontraba en el. Por un instante pensé en dar media vuelta y salir de la habitación, pero un impulso me hizo dirigirme hacia ella.
-Supongo que tampoco puedes dormir.- le dije mientras me acercaba. Giro su rostro hacia mí reconociendo mi voz al instante, para después desviar su atención de nuevo hacia el cielo.
- Hoy es una de esas noches que prefiero estar despierta.- me contestó sin mirarme. Esta vez, su mirada era de verdadero interés en el cielo…
Habíamos hablado por primera vez en el bar del hotel la noche anterior. Además de los dos, había otras dos parejas que contemplaban al pianista mientras interpretaba una melodía melancólica que hacia eco en más lugares de los que mi mente deseaba. Lorena se encontraba en una mesa al fondo del bar, leía una libro de pasta roja que llamó mi atención al instante. Desde la barra del bar, comencé a contemplar a Lorena, tratando de recordar donde había visto aquel libro rojo…