viernes, 13 de marzo de 2009

Mi refugio…

No era el olor a tierra mojada lo que me hacia pensar en ti. Tampoco eran las huellas que se difuminaban en la arena, ni mucho menos la lluvia que arrasaba con lo poco que quedaba del puente colgante. Y tal vez nunca lo hubiera descubierto, de no ser por la convergencia de todos los recuerdos con el único objeto capaz de representar la verdadera esencia de tu cuerpo.

Aquel lugar representaba todos los pensamientos indefinidos, todos los sueños muertos, y todos los anhelos inconclusos. Pero aun así, aquel lugar junto al rio, se había convertido en mi refugio, y no lo había comprendido, hasta esa tarde en que comenzó a llover y aparecieron las mariposas.

Después de todo sigo siendo humano. Al menos es la única idea que viene a mi cabeza después de una cirugía de emergencia y cuatro días en el hospital. Y es que, con tanto tiempo despierto y sin poder dormir, comienzo a darme cuenta de lo mucho que he cambiado a lo largo de este año. Me preguntó si tú también lo has hecho.

No se nada de ti, y solo puedo mirarte entre mis sueños. Despierto soy incapaz de imaginar tu rostro, de intentar dibujarte entre pedazos de quimeras y pensamientos confusos que nunca desaparecen.

Sabes, las cosas no han estado bien últimamente, y este mes solo llega para reafirmar un ciclo que parece interminable…

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