A veces resulta más fácil fingir que todo va bien antes de enfrentarse
a la dura verdad, por eso repetimos nuestros movimientos una y otra vez, los
rituales de la vida diaria.
Esperamos que el cómodo ritmo de lo conocido detenga lo inevitable un
poco más. Hacemos lo necesario para que todo vuelva a la normalidad, cualquier
cosa para ganar tiempo, fingir, disimular, puede que sea lo único en lo que
nunca maduramos.
Por eso cuando nuestro mundo es sacudido por un acontecimiento inesperado, vemos la
fragilidad de nuestra realidad y empezamos a protegerla con toda la voluntad y toda la fuerza que somos capaces de reunir. Vivir así es tan fácil que protegemos nuestros
hábitos con tanto empeño, que en raras
ocasiones dejamos entrar a otras personas a nuestras vidas, y significa
tanto cuando lo hacemos.
También es verdad que siempre
fingí que todo iba bien en mi vida, por eso cuando te conocí la forma en que
percibía el mundo se deshizo por completo, que como cristales en un mundo de
hielo… hasta su forma de hacerse añicos fue hermosa.
No recuerdo
el momento exacto en que sucedió. También es difícil decir que ocurrió
exactamente.
Pero nada me
tenía preparado para esta locura que me hace necesitarte como a nadie.
Transformaste mi vida de una forma que nunca hubiera
imaginado. Porque cuando las cosas van
bien en el universo el tiempo es así de extraño, a cambio de todo lo que nos
arrebata nos concede algo:
A veces solo es un deseo, a veces es un mejor entendimiento de
nosotros mismos, y a veces…
Sólo un intenso sentimiento de compartir cada momento de tu vida con una compañera de viaje a la que amar
por encima de todo.
Sé que estar conmigo no es sencillo, pero también sé que intento con todas mis fuerzas
que permanezcas a mi lado toda la vida…
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