domingo, 27 de abril de 2008

Riesgo

Me miras a los ojos tratando de encontrar la siguiente emoción que te de garantía de continuidad, pero el bar lleno de gente y la música no ayudan. Te acercas a mí, me susurras al oído algo que mi mente no entiende pero que mi cuerpo descifra al instante. Te detienes en mi cuello, lo rozas suavemente con tus labios mientras me abrazas de una manera en la que no puedo corresponderte. Sabes que no soy tu mejor opción, pero aún así no te importa.

La noche llega a su punto más oscuro. Los días contigo se han convertido en una incertidumbre visible en cada beso. Conoces de principio a fin las razones por las que no deberías involucrarte, pero la manera en que me miras demuestra lo convencida que estás de aceptar el riesgo. Enlazas los dedos de tus manos a los míos, y esperas que antes de que la música se detenga y el silencio abunde entre los dos, decida dar el siguiente paso.

Pero no puedo ofrecerte algo más allá de un placer escaso de sentimientos. Nos conocimos de una manera tan poco usual que ahora nos hemos perdido tratando de construir un puente entre nuestros cuerpos y la razón, porque no hay conciencia alguna que permita alejarme de esta necesidad de besar en cada oscuro rincón de tu cuerpo.

Es demasiado tarde para evitarlo… para ti, para mí, para ambos.

viernes, 18 de abril de 2008

Labios Sugestivos... (2)

¿Estás bien Karla? Te ves un poco desesperada- le dije sin mirarla mientras mis manos se concentraban en dar vida a la claridad de sus ojos sobre el papel. ¿Por qué no habría de estarlo? Por cierto ¡apresurate! Te estás tardando mucho y me esta dando frio.- me contestó. Me miraba sin apartar los ojos de los míos tratando de encontrar cualquier indicio de inseguridad para aprovecharse de él y tomar el control de la situación como lo había hecho desde el día que nos conocimos.

Pero los años que habían pasado enamorado de Claribel me tenían preparado para cualquier cosa, así que por un instante recordé la mariposa y sin darme cuenta una sonrisa se formo en mi rostro. Karla no sabía realmente lo que estaba pasando. Los dedos de sus pies iban y venían tratando de liberar la desesperación que sentía, mientras a mi llegaba una extraña sensación de conocer exactamente lo que ocurriría después de que inmortalizara el cuerpo de karla sobre el papel.

Dibujarla era muy parecido a lo que siempre quise hacer con la mujer que aun aparece cada noche en mis sueños. Solo que esta ves ocurría con una persona a la que no esperaba, y a la que habían dejado de atraerle los hombres. Esa noche aprendí que la vida nunca te da las cosas como las quieres… si no como las necesitas. Trazar cada línea de su delgado cuerpo y disfrutar la suavidad de cada curva alrededor de su cadera y pechos desahogaba un poco el deseo de estar con ella…

La cesión duro alrededor de dos horas. Aún dos meses después, recuerdo esa noche como si hubieran pasado unos minutos y sé que esa sensación perdurara a través de los años, por que nada me tenía preparado para lo que ocurrió un instante después de que se levanto del sillón, se acercó a mi y se vio así misma sobre papel de la manera que yo lo había hecho desde la primera vez que la había conocido…

lunes, 7 de abril de 2008

Mientras te espero...

Karen:

Sigo aquí… escondido tras los segundos de espera que enciende el deseo. El esperarte hace del tiempo un círculo vicioso.

Espero el momento en que mis brazos te complementen, y en que colmes los espacios vacíos de mi cuerpo, anhelo sentir de nuevo el calor de tus piernas en el sabor de mis labios.

Te espero recordando las imágenes que dejaste en todos mis rincones… con la piel erizada por las caricias que traerás, tus besos en mis labios, tus dedos alrededor de mi espalda, nuestros cuerpos acomodándose entre sábanas revueltas y desplazándome lentamente en tu interior.

Te espero en mis errores y en mis aciertos, te espero a la vuelta de una sonrisa y al otro lado de mis ojos…

Te espero, te anhelo, desespero….

miércoles, 2 de abril de 2008

Labios Sugestivos... (1)

Con alguien más, hubiera sido sencillo fingir ser otra persona. Pero Karla era la clase de mujer que evitas mirar directamente a los ojos. Tenía la habilidad de indagar en tu subconsciente para descubrir cada íntimo secreto, mimetizarlo y utilizarlo en tu contra para su propio beneficio. Desde la primera vez que hablé con ella supe que no era como todas, al menos las que había conocido hasta ese momento. Convertía cada conversación en una encrucijada de frustraciones debido a la facilidad que tenía para predecir mi siguiente paso, y en ocasiones cuando ella más disfrutaba de manipular cada oscuro secreto que descubría y deleitarse con mis múltiples reacciones, yo comenzaba a desearla. Era muy sencillo ser Leymon al estar con ella, parecía como si me hubiera conocido desde siempre.

Pero no tenía ninguna oportunidad. La atracción que Karla sentía por otras mujeres y la poca dualidad que aun quedaba de sus instintos la dejaba fuera de mi alcance.

Aún así, poseía el par de labios mas sugestivos que jamás hubiera conocido… La deseaba, moría por ella. Adoraba las líneas que se formaban en sus mejillas cada vez que sonreía, el color almendrado de sus grandes ojos, y la forma en que fruncía su delgada nariz cuando algo no le parecía.

Salimos durante un mes, pero el día que el deseo fulminaba mis entrañas, me di cuenta que la única oportunidad que tenia para estar con ella, era por medio del mismo pretexto por el que la había conocido. Tenía que dibujarla…

La noche que cedió a mi petición de dejarse dibujar lucía más hermosa que nunca. Comenzaba a oscurecer cuando tocó a la puerta del departamento. El color rojizo de su cabello que caía sobre sus hombros resaltaba la blancura de su rostro mientras que un pequeño esbozo de sonrisa me decía que esa noche iba a ser divertida. Le ofrecí una cerveza, charlamos un poco, y después le indique la manera en que debía acomodarse sobre el sofá, y lentamente comenzó a desnudarse a la armonía de una oscuridad creciente y el sonido de coldplay. El color de su piel contrastaba con el negro del sofá que a su vez destacaba el fulgor que brotaba de entre sus ojos. Su cabello descendía a través de la eternidad de su cuello mientras que sus piernas yacían extendidas. Frente a ella, contemplando su desnudez, sin decir palabra alguna, consiente que era mi única oportunidad tome el carboncillo, lo coloqué sobre el fabriano, y comencé a dibujar.

Ella sonreía, creyendo que el deseo que sentía por ella haría imposible que pudiera dibujarla. Pero no era la primera vez que lo hacia con una mujer que me enloqueciera. Estaba seguro de que podía hacerlo a pesar del calor que emanaba por cada parte de mi cuerpo.

Cuando Karla se dio cuenta que las cosas no sucedían como las había pensado, la sonrisa de su rostro cambió por un gesto de duda que fijaba totalmente su mirada sobre mí. Era la primera vez que perdía el control, se veía nerviosa, su respiración acelerada se notaba a través de su vientre, mientras sus piernas comenzaban a moverse…